Superar conductas desadaptativas

Tanto el ambiente físico como el social demandan el desarrollo de capacidades para adaptarnos a las circunstancias. A veces, debido a problemas físicos, culturales o cognitivos se dificulta dicha adaptación, por lo cual se requiere de un apoyo. Estos apoyos pueden provenir de diversas fuentes, tomar varias formas, cubrir diferentes funciones y variar en intensidad dependiendo del ambiente y con el tiempo [1].

Es frecuente que las personas dentro del espectro autista debido a los déficits psicosociales, experimenten una combinación de falta de capacidades de adaptación y de apoyos que en ocasiones conducen a conductas desadaptativas. Suele creerse que solo se trata de comportamientos disruptivos, agresivos u ofensivos que son más evidentes y molestos; también incluye conductas discretas como el retraimiento, marcada inactividad y falta de atención [2]. Sean conductas evidentes o discretas, se consideran conductas desadaptativas si la intensidad, duración o frecuencia afectan negativamente al desarrollo personal del individuo y sus oportunidades de participación en la comunidad [3]. Leer más en el artículo conductas desadaptativas.

Ejemplos

·         Conductas autolesivas: Herirse a sí mismo.

·         Conductas agresivas: Golpear, morder o gritar a otros.

·         Retraimiento social: Aislamiento y falta de interacción con otros.

·         Conductas destructivas: Dañar objetos o romper cosas. 

Por eso para superar conductas desadaptativas, interesa el bienestar de la persona y no únicamente la supresión de las conductas indeseadas. En ese sentido, la perspectiva ha mutado desde la persona como problema en sí hacia personas necesitadas de ayuda para lidiar con un problema mediante apoyos conductuales.

Los apoyos conductuales se proporcionan mediante un enfoque proactivo y preventivo centrado en entender y abordar las causas de las conductas; este enfoque, denominado apoyo conductual positivo, requiere un plan elaborado por un equipo de atención profesional pero también con la participación de familiares y del círculo cercano para conseguir cambios conductuales importantes a nivel social, utilizando estrategias lo menos aversivas posibles para la persona, de ahí su apellido de "positivo"[1].

En palabras de uno de los principales exponentes, Carr, el Apoyo Conductual Positivo es:

Conjunto de estrategias que, a través de la adaptación del entorno y la enseñanza de habilidades, busca minimizar los problemas de conducta, pero, sobre todo, mejorar la calidad de vida de las personas. 

¿Por qué surgen las conductas problemáticas o desadaptativas?

Las conductas problemáticas se instauran por dos tipos de carencias: deficiencias en las condiciones ambientales y deficiencias en los repertorios conductuales.

Las deficiencias en las condiciones ambientales se refieren a la carencia de oportunidades para elegir, a estrategias de enseñanza poco eficaces por parte del personal de apoyo, a dificultades de acceso a actividades y contextos atractivos para la persona, y a la limitación de la vida cotidiana por la existencia de rutinas empobrecidas y segregadas[1].

Las personas que carecen de repertorios comportamentales adecuados, como a veces sucede en el autismo, tienen grandes problemas para lograr sus deseos o satisfacer sus necesidades personales, y esto les lleva a un problema añadido: la frustración, un estado emocional del cual parten la mayoría de los episodios de comportamiento problemático[1].

¿Qué hacer?

Para ayudar a una persona autista a superar las conductas desadaptativas que afectan su calidad de vida y el de quienes la rodean, lo importante es enseñarle otras formas de actuar que sean más eficaces en el logro para conseguir lo que necesita o desea y que compitan con la conducta problemática, llegando a un punto en que ésta sea innecesaria. Para lograrlo, es indispensable entender la conducta desde estos tres pilares:

1.     Las dificultades específicas de la persona

2.     La influencia del entorno

3.     La función que cumple la conducta (es decir, para qué sirve)

Desde esta perspectiva, los problemas de conducta tienen una relación funcional con el contexto en el que se produce, es decir, cumplen una función para la persona que las realiza y están asociados a ciertas situaciones. Así que, el reto principal radica en identificar la fuente de la conducta, ya que ello revela la complicación de fondo que normalmente en el autismo se relaciona con frustración a causa de las dificultades en la comunicación, interacción social, flexibilidad de pensamiento o procesamiento sensorial.

Una vez determinadas las influencias ambientales y una vez conocida la función que desempeña la conducta problemática, el objetivo es triple:

– modificar estas variables para minimizar las situaciones que resultan desestabilizadoras para la persona;

– enseñarle conductas alternativas socialmente más aceptables;

– motivarle para que utilice estas habilidades alternativas.

¿Quién enseña las habilidades para superar las conductas desadaptativas?

Para una implementación efectiva de comportamientos adaptados esto debe de suceder en el contexto de la vida cotidiana de la persona por lo cual debe de existir una labor compartida de los profesionales y la familia.

Con práctica y con bajo la guía de profesionales especializados, el círculo cercano a la persona autista puede aprender a analizar y entender las conductas desafiantes para aplicar estrategias para prevenir la aparición de los problemas de conducta (enfoque proactivo) en vez de solo responder cuando aparece un problema de conducta (enfoque reactivo).

Es importante subrayar que el apoyo conductual tiene por objetivo conseguir resultados significativos en la conducta a largo plazo. Así que no hay que mostrarse impaciente, ni frustrarse por no ver mejoras inmediatas[2] .

¿Qué aspectos tomar en cuenta?

1.Función: Se necesita entender la función o el propósito de la conducta desafiante partiendo de la idea de que la conducta comunica algo y que, para abordarla eficazmente, primero se debe comprender qué está tratando de lograr la persona. Esto se logra a través de la evaluación funcional.

2.Evaluación funcional: Procedimiento para descubrir las variables que influyen en la conducta de la persona a fin de asegurar que las intervenciones aborden la función de la conducta y los factores que la mantienen.

3.Estrategias proactivas: Acciones preventivas mediante la modificación del entorno, la enseñanza de nuevas habilidades y el apoyo a la persona para que satisfaga sus necesidades de manera más adaptativa.

4.Refuerzo positivo: Se evita el castigo y en cambio se busca alentar al uso de otras conductas más adaptadas, un proceso gradual que pretende mantenerse en el tiempo y evita soluciones momentáneas.

5.Calidad de vida: Esto implica no solo reducir las conductas desafiantes, sino también promover su bienestar, inclusión social, autonomía y oportunidades.

¿Por qué es valioso este enfoque?

El Apoyo Conductual Positivo es una forma respetuosa y eficaz de acompañar a personas que presentan conductas desadaptativas. En lugar de centrarse en castigos o en controlar el comportamiento, busca entender las causas, prevenir las dificultades y enseñar habilidades que mejoren la vida de la persona y de quienes la rodean. Su enfoque centrado en la persona, basado en la prevención y el aprendizaje, no solo reduce las conductas problemáticas, sino que también promueve el bienestar, la inclusión y una convivencia más armoniosa en todos los entornos.

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IDEAS PARA NAVEGAR

Centrarse en aumentar el bienestar de la persona y no solo en reducir las conductas indeseadas.

Tomar en cuenta tanto las necesidades como los intereses al promover conductas alternativas.

Preferir medidas preventivas para reducir las conductas desadaptativas en vez de actuar reactivamente.

Recordar que la persona no es el problema sino que tiene un problema por el cual necesita apoyo.

Preferir cambios duraderos aunque impliquen más esfuerzo y tiempo, a soluciones rápidas que no tienen impacto en la raíz de la conducta.

REFERENCIAS