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Estrés y autismo

  • hace 6 días
  • 5 Min. de lectura

Cuando se piensa en el estrés, se asocia con una experiencia emocional desagradable. Sin embargo, el estrés es también una respuesta fisiológica profundamente integrada en el cuerpo. El cuerpo humano posee un sistema hormonal dedicado a la regulación de este fenómeno denominado eje hipotálamo-hipófisis-adrenocortical (HPA).  Este sistema se encarga de activar la respuesta de lucha o huida ante una amenaza y funciona de la siguiente manera:

  1. El hipotálamo, una estructura del núcleo del cerebro encargado de las respuestas de supervivencia, detecta el estrés y libera una hormona llamada corticotropina.

  2. Esta hormona estimula a la hipófisis, una glándula que regula la secreción hormonal enviando una señal a las glándulas suprarrenales.

  3. Cuando las glándulas suprarrenales, ubicadas encima de los riñones, reciben la señal, se activan y producen cortisol, conocida como la "hormona del estrés".

4.      El cortisol moviliza energía para enfrentar el desafío: incrementa la glucosa en sangre, reduce funciones no esenciales como la digestión o el crecimiento, y agudiza el enfoque.


Ruta de activación del eje hipotálamo-pituitaria-adrenal (HPA)

¿El cortisol es perjudicial?


Es normal que el cortisol aumente bruscamente ante un desafío agudo, conocido como factor estresante, y luego disminuya drásticamente poco después de que este haya pasado. Sin embargo, esta trayectoria ascendente y descendente puede verse alterada si la exposición a factores estresantes es demasiado frecuente o prolongada; en ese caso, el sistema del estrés se hiperestimula [1]. En tal caso se le considera al estrés como tóxico, y surge de experiencias intensas, reiteradas y persistentes en que la capacidad de autorregulación es superada y por tanto el eje HPA no puede regresar a un estado de equilibrio. Esto causa una alta concentración de la hormona del estrés, incluso sin que ningún factor estresante active al sistema estresor del cuerpo.


Por sí mismo el cortisol no tiene un efecto negativo, pero la hiperestimulación crónica del sistema del estrés si tiene efectos químicamente tóxicos en las regiones cerebrales implicadas en la planificación, la orientación del comportamiento hacia un objetivo y el control cognitivo del comportamiento [2].


¿Qué ocurre en el autismo?


El estrés agudo propio de un evento corto activa el sistema de estrés corporal a un grado para el cual el cuerpo está equipado para manejarlo; no así cuando se trata de estrés crónico que causa efectos perjudiciales en el cerebro y el comportamiento[1]. Esto suele ser causa de abuso físico o emocional, de negligencia crónica, el abuso de sustancias, exposición a la violencia o la carga acumulada de las dificultades económicas; sin embargo, en el caso de personas autistas, el estrés crónico también puede provenir de:

-Constante sobreestimulación del ambiente físico y/o social.

-Reiteradas dificultades para comunicarse o interactuar.

-Conducta camuflajeada sostenida

-Impredictibilidad y cambios repentinos

-Dificultades de procesamiento sensorial


Por tanto, en personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA), el sistema estresor o eje HPA puede comportarse de forma diferente, generando efectos únicos en la regulación emocional y conductual. Simplemente por observación, puede advertirse que las personas con TEA reaccionan adversamente a influencias ambientales que no son estresantes para la mayoría de las personas.


Persona estresada en medio del bosque

Aunque aún no existe un completo consenso sobre cómo ocurre esta desregulación, ciertos hallazgos permiten confirmar que efectivamente las personas autistas experimentan niveles más altos de estrés que el promedio de las personas. Algunas investigaciones apuntan a una desregulación del ritmo biológico del cortisol y otras a los niveles de esta hormona del estrés, pero no hay confirmación de ello. En cambio, a través de autoinformes se puede saber que las personas autistas pueden sentir y mostrar mucho estrés (emocional) independientemente que sus niveles hormonales no estén alterados (estrés biológico); es decir, la reactividad emocional al estrés puede ser alta incluso si no existe una relación directa con la respuesta biológica.


Esto sugiere que el eje HPA podría estar desregulado o funcionar de forma atípica en algunos individuos con TEA, pero también que el estrés emocional no depende exclusivamente del cortisol. La relación entre emoción, biología y comportamiento es compleja y aún poco comprendida en el contexto del estrés y el autismo.


 

¿Qué implica esto para una persona autista?


Está claro que la respuesta ante el estrés es útil a corto plazo, pero dañina si se mantiene activada continuamente [1]; y que, entre menos grado de control y predicción exista, mayor posibilidad de que el evento produzca una respuesta tóxica el estrés [1]. Tal combinación de factores provoca una mayor vulnerabilidad al estrés.


La combinación de mayor reactividad emocional, dificultades sensoriales y posibles alteraciones hormonales hace que las personas con TEA puedan sentirse sobrepasadas más fácilmente por factores estresantes cotidianos [3][4].


Adicionalmente, el estrés es normalmente gestionado mediante habilidades de autorregulación pero esto es especialmente difícil para las personas autistas a causa de las características propias del autismo que provocan deficiencias psicosociales. Así, que la resolución de problemas, la tolerancia, el seguimiento de reglas, el control de los impulsos o la comprensión de los propios sentimientos están empobrecidas y ello dificulta la autorregulación y el combate natural al estrés creando un ciclo que perpetua el desequilibrio del eje HPA.


¿Cómo mantener el equilibrio?


Hasta el momento se sabe que el eje HPA y el cortisol son piezas clave del rompecabezas del estrés, pero no se puede incidir directamente, especialmente porque no está clara la causa de la desregulación. Pero ello no elimina la posibilidad de generar estrategias y ajustes razonables, como ambientes predecibles, desarrollo de habilidades autorregulatorias y apoyo mediante co-regulación.


Comprender cómo se manifiesta el estrés en las personas autistas no es solo una cuestión biológica, sino también una guía fundamental para construir entornos que favorezcan su bienestar y desarrollo.


Hombre con su perro en calma


Logo de navega espectro

IDEAS PARA NAVEGAR

Reducir los estímulos ambientales para que estos se conviertan en estresores.

Implementar rutinas claras que reduzcan la incertidumbre.

Crear un ambiente estructurado y predecible donde ocurran las actividades principales.

Solicitar apoyo para desarrollar habilidades autorregulatorias.

Comprender que las características biológicas del autismo provocan respuestas involuntarias diferentes al promedio de las personas.

Utilizar la co-regulación como medida de apoyo de terapeutas, padres, cuidadores, maestros, parejas, mentores o personas del círculo cercano.

Se recomienda leer los artículos:


REFERENCIAS

[1] Hamoudi, A., Murray, D., Soronse, L., y Fontaine, A. (2014) Self-Regulation and Toxic Stress Report 2: A review of ecological, biological and developmental studies of self-regulation and Stress. US Department of Health and Human Services

[2] Lupien, S.J., et al., Effects of stress throughout the lifespan on the brain, behavior and cognition. Nature Reviews: Neuroscience, 2009. 10(6): p. 434-445[3] van del Linden, K., Simons, C., van Amelsvoot, T., y Marcelis, M. (2022) Emotional stress, cortisol response, and cortisol rhythm in autism spectrum disrders: A systematic review. Elsevier. https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S175094672200126X[4] van der Linden, K., Simons, C., Viechtbauer, W. et al. (2021) A momentary assessment study on emotional and biological stress in adult males and females with autism spectrum disorder. Sci Rep 11, 14160 (2021). https://doi.org/10.1038/s41598-021-93159-y

https://www.nature.com/articles/s41598-021-93159-y


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